ACERCA DE LAS AUTORAS

jueves, 24 de mayo de 2012

EL ANTIFAZ FRAGMENTADO

PROLOGO 

Bajo la óptica de un narrador omnisciente, en tercera persona, Olga Carrera nos presenta su primera novela El antifaz fragmentado; esta obra nos ofrece diferentes acontecimientos y enredos en los que se ven envueltos sus personajes; está estructurada en un Prefacio y dieciséis capítulos; cada uno de ellos, a su vez, está subdividido en varias partes. Los nombres de estos espacios textuales son los siguientes: el Prefacio “El crepúsculo de una vida”; Capítulo 1, “San  Pedro y San Pablo”, Capítulo 2, “Cuando el cielo se encapota”; Capítulo 3, “El paraíso escondido”; Capítulo 4, “El milagro de la vida”, Capítulo 5, “Desafíos de un casamiento”; Capítulo 6; “La imagen del espejo”; Capítulo 7, “El pecado contra Alá”;  Capítulo 8, “El primer respiro y el último aliento”; Capítulo 9, “Mentiras piadosas”; Capítulo 10, “Entre cielo y tierra no hay nada oculto”; Capítulo 11, “Revelaciones del más allá”; Capítulo 12, “Quien bien te quiere te hará llorar”, Capítulo 13. “Latitud Cero”; Capítulo 14, “El Antifaz Fragmentado” (que da nombre a la obra); Capítulo 15, “Lo que se llevó el rio” y Capítulo 16, “Mar adentro”.
En las páginas de la novel escritora, llama la atención el ludismo con el que se han unido las variadas historias junto a la riqueza de regiones y costumbres ecuatorianas, que sirven de plataforma a sus entes ficcionales, los personajes: Renata Sangiovanni, sus hijas Clarita y Sirena, Omar Haffar, Carlos Alberto Torres Villavicencio y Luis Fernando Velásquez, entre otros. Los escritores experimentales juegan con el texto y convocan la enciclopedia de sus lectores; por esta razón, éstos recuerdan otros conocimientos al leer las líneas que tiene frente a sus ojos. En el caso de esta obra, la figura del lector se ve resaltada en importancia dentro del juego ficcional, porque debe poner en juego su competencia cultural; la novela de Olga Carrera se ha impregnado de las intertextualidades de otros textos y otros géneros como las noticias de prensa, el diario íntimo, las partidas de nacimiento y las canciones; de esta forma, utiliza géneros paraliterarios  y juega con el blanco de la hoja, para llamar su atención y obligarlo a la reelaboración ficcional.
Uno de los aspectos lúdicos de la autora, está presente en el juego espacial con la hoja; Olga Carrera, como posible autora experimental, tiene ante sí el papel en blanco, inspirada, juega con ella y organiza la disposición de sus textos. En algunas oportunidades, la presencia de estos microtextos conforma recortes periodísticos que dan cierta visión ficcional de contexto: “Monterrey, 27 de julio de 1981. Fatal accidente aéreo deja un saldo de 30 muertos en el aeropuerto de Chihuahua”. Así como en el macrotexto literario, la novela, la función dominante es la poética, en los microtextos periodísticos, la función es la referencial; sin embargo, se debe destacar que al estar ubicados en el contexto ficticio, cambian su función referencial y se incorporan a la obra.
En un primer intento para organizar la matriz textual de El antifaz fragmentado, hay que tomar en cuenta la presencia del narrador o director de orquesta. La importancia de esta voz textual estriba en que mueve todas las fichas de la novela, su presencia es notoria en todos los actos de los personajes; al tener un punto de vista omnisciente, es capaz de organizar sus pensamientos y conocer todas las historias desde afuera. Es una voz textual narrativa que tiene posibilidades de introducirse en  el mundo de los personajes, para opinar acerca de ellos y de conocer todos los acontecimientos, como si estuviera delante de una gran maqueta ficcional. Por esta razón, la escritora puede mover las diferentes historias a su gusto y regodearse con el fluir de las acciones entrelazadas en los diversos capítulos mencionados anteriormente. El relato en tercera persona también es conocido con el nombre de metadiegético, porque se encuentra fuera y contiene otros relatos segundos o diegéticos; el relato primero o metadiegético de la voz ficcional o narrador introduce otras historias como relatos segundos o diegéticos que constituirán una explicación del relato primero; este recurso es utilizado por la autora del Antifaz fragmentado con la presencia del diario de Clara Sanguinetti, donde se atan los hilos sueltos del entramado textual. De esta forma, partiendo de una anécdota, el lector puede ubicar el resto de los ambientes diseminados a lo largo de la novela.
De igual manera, al presentar el fluir temporal de sus personajes, la escritora utiliza otros recursos, como la interpolación de relatos; en la obra, existe una alternancia y esto consiste en contar la fábula de forma interrumpida, para tomarla más adelante o adelantando situaciones que luego resolverá en otras páginas; de esta manera y procurando organizar los espacios ficcionales, el lector podrá conocer la historia que rodea Renata Sanguineti, como hilo conductor de historias, y el resto de los actantes que la acompañan en sus vivencias textuales. La novela de Olga Carrera presenta cambios temporales bruscos para un lector no acostumbrado a esta forma de abordar textos; la autora sabe jugar con el tiempo ficcional y lo alterna ante los ojos del lector, quien debe ser "macho" o "cómplice" (en acepción del escritor Julio Cortázar) para ser capaz de reelaborar de nuevo el texto y organizar en su mente el rompecabezas que le ha presentado la autora; en otras palabras, el lector debe organizar el texto como si fuera su co-autor. Al respecto,  Olga es precisa en muchas fechas: “terremoto 4 de agosto 1988”; “todo comenzó en diciembre de 1997”, “el primer encuentro entre Renata y Carlos Alberto ocurrió a mediados de 1968”, “finales de junio 1998, Manabí”; como si quisiera dejarlas grabadas en la memoria del lector para que lo guíen en su lectura; pero, no es así, porque si está acostumbrado a leer un material organizado, con personajes delimitados, un tiempo ordenado y el ambiente de fácil construcción mental, tendrá que releer este rico material, de nuevo, para disfrutar sus trampas narrativas..
El juego experimental de la autora distribuye las líneas de la novela con un “moroso” regodeo; por eso, no sería errado considerarla como una novela intelectual; la obra ofrece erudición, ludismo y síntesis combinatoria; se presenta como un logro de otras escrituras convocadas por la autora, surge entonces la intertextualidad o la transtextualidad que pone al texto en relación manifiesta o secreta, con otros textos; es el caso, por ejemplo, cuando incorpora la letra de la canción: “Estuve enamorado, de ti...Estuve enamorado de ti...Pero ya no siento nada, Ni me inquieta tu mirada… Como ayer” del cantante Raphael. Esta novela requiere un lector crítico, capaz de percibir la vinculación entre textos y extraer de sus recuerdos, las referencias convocadas. Dentro de una relación transtextual, los escritores ficcionalizan sus conocimientos, que serán denominados “hipotextos”, y las obras convocadas por estos escritos se denominarán “hipertextos”; es similar al uso de los link en los materiales digitalizados, se abre una nueva pantalla delante del lector-usuario y también se incrementa una serie virtualmente infinita de lecturas posibles. En el caso mencionado, el relato inicial o hipertexto (la novela)  atrae al hipotexto que se corresponde con la canción convocada y, además, escrita en grafía diferente.
Como toda narración requiere un fondo de verdad, esto es, escribir sobre temas, hechos y personas de los cuales se tenga una experiencia directa y vivida, la autora se ha dedicado detenidamente a la investigación previa de la geografía, costumbres y paisajes de su ambiente textual, cuyo referente corresponde a zonas ecuatorianas; por ello, en su relato abundan descripciones detalladas: “Fuertes lluvias aquejan el valle de Tumbaco, al nororiente de la ciudad de Quito. El Chiche, (…) tímido riachuelo”; “pescadores artesanales han regresado del sector de Isla de la Plata”, “La actividad comercial entre el puerto costero de Manta y la capital ecuatoriana”; “terminal terrestre de Cumandá, situada a un costado del centro histórico de Quito”; “Barrio El Pinar, cerca de la Universidad Central del Ecuador”; “Biblioteca Nacional del Ecuador, ubicada en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en el centro histórico de la ciudad”; “La Mitad del Mundo? (…) Allí está el punto que divide al mundo en hemisferio norte y hemisferio sur. Hay un gran monumento justo en la latitud cero”; con esas ricas descripciones, nos orienta Olga, para que no nos perdamos en esas hermosas zonas suramericanas.
Es evidente que la autora de El antifaz fragmentado cuenta los hechos ocurridos a lo largo de un tiempo y de un espacio; de manera que, al encadenarse unos con otros, tomen un nuevo significado; el texto concatena, progresivamente, unas escenas con otras hasta llegar al desenlace y la narración no es una construcción fija, sino que se mueve, se desarrolla y se transforma; en definitiva, el ludismo de la construcción de esta obra emana desde el propio título, El antifaz fragmentado: “el antifaz” oculta los motivos narrativos, pero lo “fragmentado” se une nuevamente al final, como ya se ha comentado, cuando Sirena descubre las verdades de su existencia en el diario de su fallecida hermana Clara; allí se resuelven las incógnitas de los personajes principales: “25 de mayo. Querido diario.  Ahora que somos amigos, te voy a contar algo que me pasó hace casi dos años”. La autora posee la condición esencial de contar los hechos con habilidad, su narración mantiene el interés y la curiosidad del lector, incluso desde el Prefacio porque un buen comienzo es esencial, con una escena significativa desde las primeras líneas. Para cerrar estas letras, la novela de Olga Carrera constituye una comunión entre tradiciones de espacios ecuatorianos ficcionales, ludismo escritural e invitación a compartir unos momentos de solaz y armonía bajo la luz de una lámpara;  porque constituye un texto capaz de convocar muchas inquietudes artísticas, sobre la base de historias sencillas o complicadas de los personajes involucrados, pero hábilmente tejida en el texto con el gozo de una entrega novedosa.  

Liduvina Carrera
Febrero, 2012.