ACERCA DE LAS AUTORAS

miércoles, 12 de mayo de 2010

HASTA NO VERTE JESUS MÍO, NOVELA DE ELENA PONIATOWSKA

Liduvina Carrera

Hasta no verte Jesús mío es el título de la ficción novelística elaborada por Elena Poniatowska (1984), cuya protagonista femenina organiza su mundo ficcional narrado desde un presente. En efecto, Jesusa Palancares, hija de Felipe Palancares y de María Hernández, cuenta minuciosamente su vida a un narratario presente durante su exposición pero ausente del relato. A lo largo de las páginas, es evidente la presencia muda de este personaje que actualiza el relato contado por la protagonista. Jesusa cuenta su historia a una segunda persona: “Bien que me acuerdo de la receta. Cuando quiera se la doy” (60). “Cuentan, cuentan, a mí no me crea” (72). “Váyalos usted conociendo” (p. 76). “¿Más claro lo quiere ver?” (77). “A este muladar donde me ve ahora” (367). La voz textual cuenta su vida a ese alguien, quien en la novela funge de doble del lector, y del cual se despedirá al final de su relato: “Ahora ya no chingue. Váyase. Déjeme dormir” (p. 304).
Acudimos, pues, a un proceso de lectura, en el que se presenta un actor metaficcional: Jesusa Palancares mantiene un diálogo con su narratario y se constituye en el sujeto que reflexiona desde la actualidad hacia el tiempo de sus fabulaciones: “Ahora que me defiendo sola” (96); “Aquí estoy ya no más esperando a que den las cinco de la mañana porque ni siquiera duermo y nomás se me revela todo lo que pasé desde chiquilla” (143). “Ahora que estoy sola ¿quién me viene a ver? Ni quien se acuerde de mí. No tengo a nadie” (206). “Con todo y lo vieja que estoy, todavía no me dejo de los hombres” (208). “No es buena la vida que llevo” (301). “Es reteduro eso de no morirse a tiempo” (303).
La vox ficta cuenta su historia y se revela como sujeto y objeto del relato. En la obra, existe una distancia entre la voz que narra y lo narrado, el ente de papel (Bustillo, C. l995) se construye un espacio y un tiempo alrededor, pero siempre en primera persona: “Era incapaz desde chiquilla. Ahora ya todo acabó, ya no sirvo, ya no tengo el diablo” (22). “Comimos los ostiones (...) yo aquí en México nunca los he comido” (27). “Hasta ahora de vieja me he puesto a hablar un poquito” (57). “Hoy como no tengo horno no me animo a hacerlos” (60). “No sufriría lo que estoy sufriendo ahora” (63).
Existe una escenificación del discurso porque el sujeto de la enunciación también se convierte en objeto del enunciado. La voz textual / sujeto de la enunciación acude a sus recuerdos y comenta “aunque soy muy ignorante, yo solita con lo que se me revela, voy sacando en limpio mi vida pasada” (14). Como sujeto de la enunciación, Jesusa Palancares llena su mundo narrado con la vida de Jesusa / sujeto del enunciado y con la de otros personajes que la acompañan en esta vida, donde ha: “sido muy perra, pegalona y borracha” (p. 15). Por ese motivo, comenta la voz narrativa, Dios la mandó a luchar sola en tierra de indios.
Desde un presente, se vuelven los ojos hacia una vida anterior y se actualiza una familia complicada; el mundo ficcional de la protagonista se va elaborando ante los ojos del narratario y van surgiendo los demás personajes: “La mamá de mi madrastra, la señora Fortunata” (p. 39). “Mi abuela era india y mi abuelo francés” (p. 215). “Mi hermano el mayor, Efrén Palancares” (x. 30). “El que fue de muy buen carácter era mi hermano Emiliano”; “Felipe Palancares (...) es mi papá” (p.32); “Petra mi hermana mayor (...) tenía quince años” (p. 33) “Mi mamá era muy limpia (...) todo el día fregaba” (p34). Como se puede observar, estos individuos están dotados de una cantidad limitada de propiedades que se ajustan a las mismas reglas del mundo real, otras sólo valen para ese mundo ficcional de Jesusa Palancares.
El mundo de la voz ficticia propone un conjunto de individuos dotados de propiedades, que rodean a Jesusa / enunciado. Algunas de esas propiedades son acciones, porque el mundo posible de Jesusa / enunciación puede interpretarse con el desarrollo de los acontecimientos que ella ha creído, afirmado y soñado. El mundo narrativo de la voz textual se proyecta en primera persona y se amuebla con una cantidad limitada de individuos, entre otros, siempre está la presencia del padre con quien se crió después de quedar huérfana de madre: “El entierro de mi madre fue muy pobre” (p. 19); “Mi papá dejaba (...) la masa molida y nos hacía las tortillas gordas, porque era hombre y no sabía tortear” ( 24); ”. “Mi papá murió en el combate de Mochillan” (p. 89). Otro personaje que marcó su vida en la adolescencia fue la de Pedro Aguilar, el marido: “ora ya no soy mártir. Sufro con todo el mundo pero no en comparación de lo que sufrí cuando tenía marido” (95); “Mi marido tenía una suerte de perro amarillo con las mujeres” (101). “Mi marido se llamaba Pedro Aguilar y tendría unos diecisiete años, dos más que yo (...) allá en los apretados infiernos ha de estar ardiendo el ingrato, pues no tenía por qué hacerme la vida desgraciada como me la hizo”; “Como a las cuatro de la tarde mi marido recibió un balazo en el pecho y entonces me di cuenta de que andábamos solos” (126).
Según Eco (l981: 173), desde el punto de vista de una semiótica textual, un mundo posible no es un conjunto vacío, sino un “conjunto lleno (...) un mundo amueblado”. De manera, pues, que no se debe hablar de tipos abstractos, de mundos posibles desprovistos de personas, sino de mundos “grávidos” cuyas propiedades e individuos debemos conocer. El mundo grávido de Jesusa Palancares se “llena” desde la distancia de tiempo. Se presentan acontecimientos en una anacronía que se separa del presente por largos intervalos de tiempo; existen retrospecciones subjetivas al pasado, fuera del lapso temporal de la fábula primordial. De aquí que se construyan los espacios de los diferentes trabajos realizados por la protagonista narrada o la Jesusa / sujeto del enunciado; entre ellos: cuidadora de la cárcel con su madrastra: “Mi madrastra Evarista me enseñó a no estar de balde” (p.38). “Mi madrastra Evarista Valencia, la que me enseñó” (p. 35). “Mi madrastra era hija de la rectora de la prisión” (p. 37). Con su madrina Felisa Martínez de Henestrosa: “la dueña de la botica Mercantil” (48), también vivió un tiempo y luego en Salina de la Cruz: “cuidando los nietos de [la] madrina” (55). Otros lugares que amueblan los espacios ficcionales de la novela se dan cita en una peluquería, en la fábrica de forradoras de cajas: “De mí (..) sabían que era una pobre fabricanta” (199)., la fábrica de losas (171), el hospital de mujeres malas como enfermera del doctor Rafael Moreno, en la fábrica de zapatos, donde surgen los acontecimientos promovidos por el sindicato de trabajadores, y, para continuar con los trabajos desempeñados por la Palancares: criada, lavandera y buhonera.
Además de enumerar los diferentes oficios de la vida del sujeto del enunciado, la voz / sujeto de la enunciación ofrece los deseos de quien en la vida ha procurado ayudar a los más necesitados, pero que ya está decepcionada: “Por eso dije que no volvía a amar a nadie” (235); “El muchacho que recogí de chiquito y que se fue me dejó más sola (...) ya no más me quedé con Perico” (269); “Recogí al niñito y lo tuve tres años” (176); “Ese muchacho se llamaba Rufino (...) le compré zapatos como si fuera mi hijo” (233. “De la madre seca (...) yo fui como las mulas” (294).”Yo nunca he deseado hijos (...) al que Dios no le da hijos, el diablo le da cosijos: Perico” (300).
Si continuamos con la presentación del mundo posible de Jesusa Palancares, se recordará a Eco (l981) cuando lo define como construcción cultural. El texto remite a la enciclopedia que regula y define el mundo real; por eso, nos presenta individuos mediante nombres comunes y propios. Las personas históricas de la Revolución Mexicana conviven con los personajes ficticios (Bustillo, l995) de la narración: “En esa época, cuando Madero entró en México” (37); “En 19ll, Madero tomó la ciudad capital de México (40); “Mi papá y Emiliano eran de la escolta de Jesús Carranza” (62); “Si venían los zapatistas los robaban, si venían los carrancistas los robaban” (67).
Ningún mundo posible podría ser totalmente autónomo con respecto al mundo real, porque no podría caracterizar un estado de cosas ex nihilo. Un mundo posible se superpone en gran medida al mundo real de la enciclopedia del lector. El mundo narrativo debe tomar prestados los individuos y sus propiedades del mundo real de referencia. Construir un mundo significa atribuir determinadas propiedades a determinado individuos: La voz textual de Hasta no verte Jesús mío juzga los acontecimientos históricos: “Así fue la revolución, que ahora soy de éstos pero mañana seré de los otros (71); “Mucha gente (...) se mataba a lo bagre. Yo creo que fue una guerra mal entendida porque eso de que se mataran unos con otros “ (93); “Durante la revolución cada quien escondió su dinero” (111). El mundo posible o espacio ficcional creado por Jesusa Palancares representa una secuencia de estados de cosas, ordenada por intervalos temporales. A ese mundo corresponden los estados textuales de sus personajes.
Según Pavel (1986) “Los textos no son simplemente vías referenciales que conducen hacia otros mundos: leer un texto o mirar un cuadro significa ya habitar sus mundos” (94). El lector finge habitar los mundos de ficción: “Nosotros lo habitamos por un tiempo, nos mezclamos con sus héroes. Nos conmueve el destino de los personajes de ficción (...) pues cuando estamos atrapados por una historia participamos en los acontecimientos ficticios proyectando un yo de ficción que asiste a los acontecimientos imaginados como una especie de mundo sin voto” (p. 106). El lector incursiona en la novela con sus propias angustias y convive con lo narrado por la protagonista: “Ya mero me voy a morir” (65). “Ahora como ya no tengo hambre, nada me sabe bueno” (67). “La revolución no ha cambiado nada. Nomás estamos más muertos de hambre” (122). El autor de ficción finge ser el narrador; de aquí que la autora / Ponistowska/ asume la voz textual de Jesusa para proyectar en primera persona un mundo narrado (Weinrich, H. 1971): “Fichas de plato, tepalcates de barro roto (...) las pesetas y los tlacos (...) esas monedas se usaban entonces (22); “Yo tendría como ocho o nueve años o deben haber sido diez” (37). El discurso de ficción consiste en aseveraciones fingidas. Van Dijk (citado por Reiz de Rivarola: 1979:166) postula un sistema referencial para los enunciados ficcionales, que existen como representación imaginativa. Sobre la base de estas reflexiones, se podría pensar que los textos ficcionales no están constituidos por referencias a objetos y hechos pertenecientes al mundo de lo fáctico, pero existe una voz que construye el discurso según las normas de un particular poética de la ficción reguladora de la realidad.
El espacio ficcional también regula, entre otras cosas, cómo ha de ser la voz de la persona que habla. En Jesusa / enunciado y Jesusa / enunciación, la oralidad con sus modalidades, es evidente en las siguientes líneas: “No sea que alguien lo haiga matado” (20). “Yo era muy hombrada” (21). “Petra ...era silencita” (34). “Me quedé silencia” (78).”Ai júntate con mi muchacha” (79). “Jamasmente” (79). “Andile, vamonos” (p 85). “Un tantito más y me hace un ejército” (174). El productor ficcional del texto realiza los actos de referencia: crea a los referentes mediante la simulación y también se presenta como si realizara los actos de referencias.
En el texto literario ficcional es correlacionado siempre, al ser usado por el productor a través de una fuente ficticia de lenguaje, con esquemas conceptuales, éstos a su vez pueden ser correlacionados o no, según los casos, con objetos y hechos particulares pertenecientes al mundo de lo fáctico, en nuestro caso, la historia revolucionaria de México. En una ficción literaria se puede hablar de guerras y, como referente, existe un equivalente ficcional del mencionado hecho histórico, esto es, no un hecho fáctico sino una entidad de carácter esquemático-conceptual que se constituye como tal en virtud de sus relaciones con todos los demás objetos y hechos de referencia del texto. Elena Poniatowska fija los actos de los acontecimientos históricos en su obra y los critica: “La costumbre de robar la agarraron en la revolución porque antes el perro asesino de Porfirio Díaz no admitía robadero” (131); “En aquellos años gobernaba el Barbas de Chivo, el presidente Carranza, don Venustiano” (p 132)..
En el relato ficcional de Jesusa Palancares también se refleja la miseria de los campesinos, representados en los esquemas siguientes: “¿Pa qué lado se hacían los pobres? A todos les tenían miedo. (p. 67); “Luego ándiles a pedir limosna para el entierro” (p. 190); “Todas eran mujeres pobres... de las que se dan por lo que les den” (195); “La familia Torres era muy pobre” (255); “Pobre nací y pobre me he de ir al agujero” (p 261).
Otro elemento que contribuye con la construcción del mundo ficcional de Jesusa Palancares es el humor, disfrazado de ironía. Para Víctor Bravo (1993), el humor es degradación de valores y restitución del sentido; es distancia crítica y triunfo del yo. Es la conciencia crítica sobre el universo degradado que supone una superioridad del yo frente a ese universo. El humor se revela como una froma de poder que se desencadena en la risa.( p.111). El humorismo de Poniatowska ofrece una distancia crítica sobre esa percepción de lo incongruente. La ironía se ubica en el humor de la autora para criticar lo degradado. Por el juego del humor, lo incongruente de la vida y del ser, alcanza su articulación y se logra reconstruir el sentido. El humor es el recurso para la distancia entre el narrador y la problemática de su texto. Elena Poniatowska asume voz de los oprimidos y procura la reivindicación de un discurso femenino: “Yo más bien quería hacerle de hombre, alzarme las greñas, ir con los muchachos a correr gallo, a cantar con la guitarra” (70); “El marido de Jesusa dijo a su general : “Usted mandará en mí porque soy de su tropa, pero en mi mujer no manda, en mi mujer mando yo” (83); “Así era su instinto, así era él ¿qué se le va uno a hacer cuando el hombre es así?”( 95); “El me pegaba, me descalabraba y con las heridas y la misma sangre me enllagué” (95); “Así era su instinto, así era él ¿qué le va uno a hacer cuando el hombre es así? (95); “Por eso soy sola, porque no me gusta que me gobierne nadie”(149); “Nunca me ha llamado la atención la casadera mejor pasar necesidades que aguantar marido” (168); “Esa es la enfermedad de los mexicanos, creen que son muy charros” (173).
Podemos concluir con la idea de que la forma dada a la historia de Jesusa, posee una serie de acontecimientos que se han construido siguiendo ciertas leyes de la lógica de los acontecimientos . Según Bal M.(1985): los acontecimientos, los actores, el tiempo y el lugar constituyen el material de una fábula. En Hasta no verte Jesús mío, estos elementos se han organizado en una historia, presentada por la autora en una disposición capaz de producir el efecto deseado, conmover y convencer, no sólo al narratario del relato, sino al lector que actualiza la novela completa. Es, en otros términos, el mundo ficcional ofrecido por Jesusa Palancares.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Eco. U. (1981). Lector in fábula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo. España: Lumen.
Bal M. (1985) Teoría de la Narrativa. (Una introducción a la Narratología). Madrid: Editorial Cátedra.
Bustillo, C. (1995). El ente de papel. Un estudio del personaje en la narrativa latinoamericana. Caracas: Vadell Hermanos.
Jaffé. V. (1990). El relato imposible. Caracas: Monte Ávila Editores.
Pavel, T. (1986). Mundos de ficción. Caracas: Monte Ávila Editores.
Poniatowska, Elena. (1984). Hasta no verte Jesús mío. Madrid: Alianza Editorial.
Weinrich, Harald. (1971).”El sistema de los tiempos en el lenguaje”. En Estructura y función de los tiempos en el lenguaje. Madrid: Gredos.

1 comentario:

  1. Buenísimo análisis, con las citas precisas para darnos una idea clara de la novela.

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